Esta pieza, que realicé en 1999, abrió el camino para la posterior elaboración de la serie Plegarias. Está conformada por un conjunto de cuadros, cada uno de ellos trabajado como unidad autosuficiente, ya sea sobre tela, madera o acrílico que se integran a un todo dotándolo de sentido. No se trata de una pintura que proyecta una imagen sino que más bien, exige una lectura. La mirada debe desplazarse, después de un primer acercamiento, para capturar la idea planteada de manera semejante a un poema cuyas imágenes se van entrelazando proyectando su significado oculto.
El Mundo es Cuadrado se lee comenzando por la parte superior, con la Ofelia que tomé prestada al prerafaelita Millais, descendiendo por el subsuelo, pasando por los túneles cuidadosamente elaborados por las hormigas, hasta depositarse en el suave limo del fondo.